Opinión

¿En dónde está la libertad?

¿En dónde está la libertad?, es la pregunta que finalmente me planteo después de analizar lo que pasó en mi caso: durante muchos años en mi infancia fui bombardeado de ideas religiosas e historias de manifestaciones espirituales. Cuando crecí me propuse investigar y me negué a aceptar lo que sólo por repetición durante mi infancia me hicieron creer.

Llegó un momento en que me sentí libre de todas estas ataduras, me volví escéptico y objetivo analizando todo con la razón.

Sin embargo caí redondito con este programa, mis hijos practicaron conmigo el juego y después de un rato de cuestionamientos objetivos y escépticos, acepté la posibilidad de que fuera cierto, que un espíritu estaba entre nosotros, pero ¿cómo? Si es un programa creado por un ser humano, es una simple computadora...

Ante la contundencia de las respuestas –obviamente mis hijos conocían detalles finos de mi vida y de nuestro hogar– cedí y caí nuevamente en los prejuicios de la creencia a ciegas de lo sobrenatural.

Después de que mis hijos no quisieron continuar más con el juego –será porque me vieron muy mal, emocionalmente contrariado– y me explicaron en qué consistía, tuvimos un largo rato de risas y bromas.

Unos días después me puse a reflexionar sobre las ataduras que tenemos a través de las creencias que nos inculcan desde la infancia.

Conforme vamos adquiriendo conocimiento nos alejamos y rompemos estas ataduras, a mayor conocimiento mayor libertad decimos, pero ¿en verdad somos libres? O sólo se quedan nuestras creencias en un rincón de nuestra memoria, están pasivas, poco utilizadas, pero ahí están, y basta con apretar el botón apropiado para que surjan nuevamente. ¿No se pueden eliminar por completo?

Si esto es así, entonces ¿En dónde está la libertad?

Francisco - Ciudad de México